viernes, 18 de abril de 2014

SIGNIFICADO INSIGNIFICANTE



   Hace unos minutos leí un tweet que decía que hoy la luna estaba hermosa. Suelo ignorar esa clase de comentarios, pero tuve curiosidad esta vez. Será porque la luna es un cuerpo astral tan misterioso que me atrae demasiado. Salí, caminando por la tierra con mis pantuflas, advirtiendo un búho que me miraba incesante, hasta que llegué a un baldío. Desde ahí se veía perfecta: una luna casi llena, de un amarillo gastado, como las páginas de un libro viejo. Estaba coronada por una aureola que hacía parecer que un reflector se posaba delante de ella. Desde mi posición se veía bastante pequeña, pero todo cambiaba al estar en un baldío. Me sentía diminuta. Parada en ese terreno levantado, todo se veía mil veces de mi tamaño. Yo, los árboles que veía a la distancia, todo insignificante, al lado de una luna tan majestuosa, al lado de un cuerpo tan brillante.
   Me puse a pensar, ¿qué tan nada somos en comparación al todo? Me impresiona como somos lo suficientemente egoístas para crearnos un mundo mental en el cual todo gira alrededor nuestro, mientras que el inmenso planeta Tierra es lo mismo que una gota de agua en todo un océano. Nos enorgullecemos cuando hacemos algo bueno, creyendo que es inmenso; nos preocupamos por asuntos que creemos demasiado importantes; buscamos sueños, sintiéndolos vitales por ser la base de nuestras vidas. Pero a la larga, ¿cuán importante es nuestra vida?
   Y acá llega la paradoja de este texto tan rebuscado. La importancia de nuestras vidas en comparación con todo. Se me ocurren dos maneras de pensar sobre esto:
     a) Si nuestra vida es insignificante en comparación con los millones de vidas en el mundo, ¿qué tanto lo es en comparación con los millones de millones de formas de vida que ni siquiera sabemos que hay en todo espacio existente? Tal vez suena psicomasoquista, pero sacando el sentido depresivo, es cierto. Somos extremadamente diminutos.
     b) Nuestras vidas son toda nuestra vida. Es egoísta, pero es real. Somos todo lo que vivimos, y nuestra vida TIENE que ser importante para nosotros. 
   Yo opto por la segunda. Porque a la larga, ¿qué tan importante es la importancia de nuestras vidas? Me importa más vivir, si es que se puede.